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Fuego y hielo.
La neblina y el humo que rodeaba a Central City cegaban la vista incluso del más hábil de
los animales, pequeñas explosiones y un frío innegable inundaban el lugar,
colándose por las ventanas.
Nadie entendía que sucedía, sus mentes evocaban lo
sucedió hace ya varios años.
Amestris luego del incidente de los homúnculos había
transformado sus relaciones internas y externas, la política de restaurar y
ayudar a los Ishbalanos había dado frutos, durante los últimos cinco años, el
racismo sufrido por aquel pueblo se había reducido gracias al trabajo de Scar y
el mayor Miles, logrando la reconstrucción del 60% de la antigua ciudad. La
relación con Xing se había vuelto más
estrecha, el nuevo emperador, Ling Yao, era una figura reconocida dentro de
Amestris, por lo cual también era blanco de atentados.
-Lan Fan ¿Qué sucede?- dijo el joven emperador
incorporándose de su asiento, un fuerte golpe lo había despertado de su siesta.
-Joven Maestro, no se mueva- replicó la muchacha saliendo
hábilmente del vehículo, a lo que el chico bufó, odiaba ser tratado de ese
modo, desde que se había convertido en emperador no podía defenderse solo como
antes, lo cual lo ofuscada demasiado.
Mientras seguía sumergido en sus pensamientos un fuerte
grito y golpes lo alertaron, haciéndolo salir de su trance.
-¡Lan Fan!-Grito saliendo sin pensar fuera de su
transporte, quedando sorprendido al ver a 4 tipos muy altos y musculosos,
delincuentes que seguramente querían secuestrarlo, aunque no se sabía de su
visita, de una u otra manera se enteraban.
Lan Fan se encontraba esquivando un pequeño artefacto
explosivo, cuando uno de los tipos la tomo entre sus brazos, pensando era una
mujer común, a lo que la chica le entierra un cuchillo en el muslo-¡Corra Joven
Maestro!- Gritaba desesperada hacia Ling, pero él no se iría, era su
oportunidad de luchar.
-Coronel ¿Escuchas aquel ruido?-Exclamo un sospechoso Ed,
quien se encontraba en Central de visita a sus antiguos compañeros militares-
Estoy seguro que viene de la siguiente calle, creo que hay problemas-Recalco,
corriendo sin pensarlo hacía dónde provenía el ruido, a pesar de que ya no
podía utilizar la alquimia, seguía siendo un gran luchador. El coronel Mustang cerró
sus ojos, negando con la cabeza, el chico seguía siendo tan testarudo como en
aquellos tiempos que se encontraba a su cargo.
-¡Le dije que corriera!-Gritaba Lan Fan mientras golpeaba
a uno de los gorilas que iban tras el emperador, este también se defendía,
divirtiéndose con ello, hace mucho no tenía este tipo de enfrentamiento.
Ling se encontraba gozoso entre la lucha, sentía un poco
de libertad al poder defenderse, pero su cuerpo había perdido práctica, por lo cual
en un acto algo imprudente, salto entre dos maleantes, siendo atrapado por
estos en un mal movimiento.
-Qué pasa mocoso emperador ¿Ya se te acabaron los trucos
de actor marcial?-Reía uno de los hombres, con aspecto de lobo con sobrepeso.
Lan Fan también había sido atrapada por la imprudencia
del joven, su suerte estaba dicha, estaban en las manos de aquellos
delincuentes que de seguro pedirían un cuantioso rescate por mandarlos con vida
de vuelta a Xing.
Cuando pensaban estaba todo perdido, un sonido latoso se
sintió por el lugar y una fuerte patada tiro lejos al hombre-lobo.
-¡Pero si eres tú, Ling!-Exclamo contento y sorprendido
el ex alquimista de acero, volviendo a golpear al otro tipo, pero a pesar de su
gran entrenamiento la cantidad era demasiada para él, por lo cual no podía
mantener un ritmo de ataque adecuado.
-¡Baja la cabeza acero!- se escuchó una agitada y ronca voz por detrás suyo, el
coronel aparecía en escena, lanzando suaves llamas para amedrentarlos, mientras
Ed aprovechó aquello para dar una gran patada en la cara del más cercano,
haciendo que saltara lejos, lo había golpeado con su pierna de metal, logrando
romperle la nariz y dejarlo inconsciente.
-Bien hecho acero, ayúdame a arrinconarlos para que nos
digan porque intentaban secuestrar al emperador-hablo con serenidad el
pelinegro, quien seguía a otro de los tipos que se encontraba escondido detrás
del callejón, al parecer esto no era un simple secuestro, su nariz olía algo
más podrido.
El coronel sonrió al tener acorralado al maleante, quien
era pequeño y menudo, insignificante a simple vista, quien temblaba como un
perro chiguagueño, su piernas casi se doblaban, por lo cual Mustang sonrió de
medio lado, le parecía interesante este juego del gato y el ratón, con
delicadeza junto sus dedos mirándolo con desafío, lamió su labio inferior, en
busca de causar aun más pánico en el hombre, quien cayo de bruces al suelo.
-Si crees en algún dios o algo, es momento en el que le
reces por tu alma.- Musito entre los dientes el alquimista de fuego, tragando
saliva, realmente no iba a asesinar a aquel hombre, solo darle el susto de su
vida, pero sería al revés al parecer. Su cuerpo estaba en la pose lista para
que las llamas ardieran, cuando aquel hombrecillo insignificante se transformó
frente a sus ojos en una bestia monstruosa, una especie de hombre –lobo que le
mostraba los dientes putrefactos, no era que algo así lo asustase, pero no
había escapatoria para él ahora , sería devorado por aquel ser.
-Diablos…-Susurro por bajo apegándose a la pared,
quemaría a la bestia, debía hacerlo por lo cual en un rápido movimiento lanzo
una gran llamarada sobre él, pero ante sus ojos atónitos, no se carbonizo,
estaba riendo, sin rasguño.
-Je, maldito alquimista, tu fueguito no me hace nada, mi
cuerpo es casi un 90% agua y puedo formar una capa protectora para las altas
temperaturas, despídete de tu miserable vida- hablo aquel monstruo con voz
gutural acercándose a Roy, babeando y mostrando sus colmillos, este era el fin.
Desplego sus garras, escondidas entre sus dedos, filosas,
como navajas para destrozar el cuerpo del alquimista, directo a su cuello, pero
de la nada se siente un golpe seco y fuerte, y en el cielo una figura femenina
se alzaba, una chica de largas piernas, pálida piel y cabellera oscura se
adentraba a la escena dándole un golpe certero en la cabeza al ente frente al
coronel.
-Helen…-Susurro impactado, abriendo unos grandes ojos,
presenciando como el antes insignificante hombrecillo volvía a reaccionar.
-Aléjate Roy, con algo como esto eres inútil-recalo la
mujer poniéndose delante de este, juntando sus manos para crea frente a los
ojos de ambos con alquimia una daga de hielo que no tardo ni segundos en usar
contra el adefesio, atravesándole el corazón, haciendo que callera al suelo y
volviera a su forma original.
-Pe…pero ¿qué se supone es eso?-Hablo algo impactado el
hombre-Una quimera mejorada-Susurro la chica, volteando a verlo-¿Sorprendido de
verme, hermanito?-sonrió la misma abriendo los brazos , extendiéndoselos en
busca de un fraternal abrazo.
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